
Introducción
Al terminar mis estudios había aprendido muchas cosas menos cuatro: no sabía leer, no sabía hablar, no sabía escuchar, y tampoco sabía escribir
Sin negar que haya personas que pueden tener unas condiciones de partida superiores a las de otros, a ser orador se aprende, como se aprende casi cualquier otra cosa.
En todos los casos, nos encontramos con unos rasgos comunes:
- Eres la persona que tiene que dirigir la palabra.
- Te enfrentas a una audiencia cautiva compuesta por un número variable de personas.
- Para ello, has preparado una charla, conferencia, demostración, presentación o como quieras llamarla.
- Pretendes varias cosas: quedar bien, ser escuchado, ser comprendido e influir sobre el comportamiento futuro de la audiencia.
Capítulo I | ¿Quién? Tú, el Orador
Tú, el orador
Si te vas a dirigir a una audiencia, no esperes a que te baje una gracia especial para hablar correcta, elegante y efectivamente.
Tu éxito, o fracaso, hablando en público, depende fundamentalmente de tres cosas:
- De tu nivel de seguridad en ti mismo, de tu autoconfianza.
- De tu habilidad para comunicarte oral y gestualmente.
- De la confianza y simpatía que sepas suscitar en tu audiencia.
Autoconfianza
Cada uno cree de ti lo que tú mismo crees
— Feuchtersileben
El miedo escénico, los nervios, la ansiedad, no son más que manifestaciones de nuestra inseguridad.
Aplica las siguientes cuatro normas para hacer desaparecer la inseguridad:
- Hablar solo de lo que sabes
- Tener claro el objetivo que se persigue: debes aplicar todo tu empeño y esfuerzo en la dirección del objetivo.
- Preparar a fondo lo que se quiere decir: una cosa es repetir lo
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